por Vito Amalfitano
En cada partido de Barcelona se ve a Messi tapándose la boca para hablar con Suárez, con Neymar, con Iniesta… La imagen de ese gesto, que se repite con otros futbolistas y en otros partidos en cualquier punto del planeta, en cualquier televisación, ya alcanza el hartazgo. ¿Qué secreto de Estado puede guardar un futbolista para estar más preocupado en que no vean lo que dice que en lo que dice realmente?
Se explica, aunque no se justifique ni se comprenda tanto celo, desde la preponderancia excesiva de los medios en el juego, desde el “Gran Hermano” en que se ha convertido también el fútbol en algún sentido. También el periodista, cabe agregar, está más preocupado en la lectura de labios de los jugadores que en su propia capacidad de analizar el juego.
Pero bien, eso Messi lo hace en Barcelona. Con excesivo celo y cuidado. ¿Por qué entonces en la Selección aparece en cámara insultando al juez de línea de tal forma que hasta pareciera que deseara que todos lo vieran? Si tiene conciencia de que todas las miradas del universo están posadas sobre él (porque se lo considera el mejor futbolista del mundo) cuando se tapa la boca para hablar con Suárez en Barcelona, se supone que también tiene eso en consideración cuando se pone la camiseta de Argentina.
Pues entonces, por esa y otras actitudes de los últimos tiempos, se deduce que a Messi “lo obligan” a sobreactuar en la Selección. Tanto cansaron con eso del líder, el conductor, el “cargarse el equipo” al hombro, que ya no solo lo perjudicaron,-como se notó en los últimos años-, en lo futbolístico, sino ahora también en lo disciplinario. Hasta el punto de que la FIFA actue de oficio y le aplique una exagerada sanción de cuatro fechas.
Durante todos esos últimos años, desde que Riquelme fue desechado de la Selección y dejó de ser su “dique de contención”, venimos advirtiendo sobre eso. Messi no es líder, ni conductor, ni tiene que cargarse nada al hombro. Messi tiene que ejecutar. Porque ejecuta mejor que nadie. Pero para ello le deben dar las herramientas, lo deben abastecer mejor como equipo, le tienen que repartir “las cargas”.
Y eso ya no es solo culpa de los que hablan desde afuera,-que le hicieron creer en un liderazgo y una capitanía que lo perjudica más que favorecerlo- sino de los entrenadores que deben rodearlo mejor, ponerle otros “líderes” o “conductores” y ser docentes también, con suficiente espalda, para que no se crea que puede armar y desarmar el equipo él mismo a su antojo. Hablemos de Agûero en cancha y de Lavezzi en el plantel, por ejemplo.
También las intrigas políticas terminaron perjudicando a Messi. No solo esta última interna para ver quien se hace cargo del departamento de selecciones. Desde junio pasado, por una intervención estatal de la que FIFA siempre renegó, se interrumpió un proceso eleccionario en AFA y apareció una Comisión DESnormalizadora, formada por amigos del gobierno nacional, que no hicieron más que “avivar giles” y provocar el cansancio de las nuevas autoridades del fútbol internacional. Y vale aclarar que una cosa es “meterse” para los derechos de televisación y otra muy distinta es intervenir nada menos que en las decisiones del fútbol de conducirse así mismo.
Si el 30 de junio de 2016 hubiera habido elecciones de AFA no se hubiera elegido, seguramente, a la Madre Teresa de Calcuta. Pero la FIFA no hubiera intervenido en nada, además de que no se hubiera interrumpido el proyecto de Gerardo Martino y se hubieran evitado otros tantos descalabros, como los de los últimos meses y días, cuando todavía tenés que usar un GPS para saber cuando juega tu equipo.
¿Qué tiene que ver esto con Messi?. Al menos parece raro que la FIFA abra un expediente y actue de oficio y se comunique con las autoridades que solo hasta mañana hay en AFA recién el lunes 27 para un partido que se jugó el jueves 23. ¿Qué pasó en el medio?. Es cierto que no es la primera vez que actua de esa manera, de oficio, y el caso del mordisco de Suárez es paradigmático, pero lo que parece raro es el tiempo transcurrido entre el episodio y la comunicación y sin mediar informe arbitral que sustente la intervención. Ahí es dónde parece que se coló la política…Independientemente de que también el alerta puede haber surgido de otras asociaciones involucradas en una eliminatoria apretada.
Hasta aquí, Messi víctima. Por lo que le exigen en la cancha. Y porque no se la hicieron fácil desde afuera. Por lo menos desde junio del año pasado. A tal punto que cuando fue a patear el penal de la final de la Copa Centenario en New Jersey no solo cargaba con la pesada mochila de los liderazgos que le hicieron creer y que nunca pudo ejercer, sino que también lo hizo con una AFA acéfala. Claro que no pensó en eso en ese momento. Pero el simbolismo también juega. Y la Selección disputó ese partido decisivo en absoluta soledad. Y a los pocos días se quedó sin Martino y sin proyecto. Y vale recordar que hasta ese momento estaba primera en las eliminatorias.
A Lío, de todos modos, le cabe una cuota de “victimario” en este asunto. Y en sus padecimientos en la Selección. Y en ese punto tenemos que recurrir otra vez a la sabiduría de una de las las frases de Jorge Valdano : “Debimos decirle a Diego: mirá, vos jugás al fútbol como Dios, pero sólo sos un hombre”. Insistimos en que debimos-debieron decirle a Messi: “Mirá, vos jugás al fútbol como Maradona, pero sólo sos Messi”. Y también agregarle su propio antecedente en Barcelona: si nunca le exigieron ser líder allí y fue feliz, ¿por qué se empecinó en serlo en la Selección y además sobreactuarlo?